Prez del irredento
¿Mi hora,
última hora,
ha de llegar
inesperada, impía?
Funesta, inmerecida
no la espero.
Hora feliz y tabernaria
en la que un ángel de verdad
ha de velarme
en los pliegues jugosos de su sexo,
quiero.
¿Mi hora,
última hora,
ha de llegar
inesperada, impía?
Funesta, inmerecida
no la espero.
Hora feliz y tabernaria
en la que un ángel de verdad
ha de velarme
en los pliegues jugosos de su sexo,
quiero.