Mi casa de la huerta
Siempre me despiertan con las mismas canciones...
No puedo decir nada.
Se terminó mi voz al llamar las estrellas
desde aquellos espejos de tristeza
que figuras borrosas reflejaban.
No sé cuánto pesan los espectros de noche
que traen en sus espaldas.
Gritan frases inmensas como el aire,
detrás de los abetos que hay cerca de mi casa.
Tal vez entre sus cantos la vida les renace,
y con sus largos gritos masajean sus almas.
No encuentran equilibro en el día ni la noche.
Son polvo de los granos,
molidos por un beso,
que proyectan al aire, mil alas asustadas.
Yo no quiero escuchar a esos hijos de nadie,
voy a dejar el vientre de esta apacible casa.
Las guías de madreselvas crecerán por las puertas
crecerán por el techo y cubrirán ventanas.
Yo estaré descansando en la huerta tranquila,
donde están mis naranjos
y sosegada casa.
Siempre me despiertan con las mismas canciones...
No puedo decir nada.
Se terminó mi voz al llamar las estrellas
desde aquellos espejos de tristeza
que figuras borrosas reflejaban.
No sé cuánto pesan los espectros de noche
que traen en sus espaldas.
Gritan frases inmensas como el aire,
detrás de los abetos que hay cerca de mi casa.
Tal vez entre sus cantos la vida les renace,
y con sus largos gritos masajean sus almas.
No encuentran equilibro en el día ni la noche.
Son polvo de los granos,
molidos por un beso,
que proyectan al aire, mil alas asustadas.
Yo no quiero escuchar a esos hijos de nadie,
voy a dejar el vientre de esta apacible casa.
Las guías de madreselvas crecerán por las puertas
crecerán por el techo y cubrirán ventanas.
Yo estaré descansando en la huerta tranquila,
donde están mis naranjos
y sosegada casa.