El reloj de arena
Mis palabras se van como esta arena
por el paso sin luz de la garganta
que estrecha su caudal y que decanta
las horas, los silencios, la condena...
Las cuentas interiores de la pena
no le dejan espacios al que canta,
y hay un cristal que fija y abrillanta
y vuelve a unir lo que desencadena;
eslabones del alma fría, roja,
midiendo por instantes la congoja
para desembocar en lo sabido.
Se colmaba en lo alto con la vida
y ahora cae sin cesar, lenta y suicida,
en el pozo insondable del olvido.
Mis palabras se van como esta arena
por el paso sin luz de la garganta
que estrecha su caudal y que decanta
las horas, los silencios, la condena...
Las cuentas interiores de la pena
no le dejan espacios al que canta,
y hay un cristal que fija y abrillanta
y vuelve a unir lo que desencadena;
eslabones del alma fría, roja,
midiendo por instantes la congoja
para desembocar en lo sabido.
Se colmaba en lo alto con la vida
y ahora cae sin cesar, lenta y suicida,
en el pozo insondable del olvido.