Inteligencia
I
La inteligencia desenvasa con estupor de asombro la sospecha, el escondrijo,
la mano cubierta o lampiña, el tragamonedas frente al desocupado,
el aura y una familia en los nichos del pasadizo imperial,
la liviandad o centro del ego amenazado por la inminencia de los justos en el purgatorio.
II
Saber o no indagarse para administrar el ataque del antípoda es el asunto;
no creerse el desentendido, con gesto de sombra o el punto en la mirada aterradora,
con pasillo pestilente o posesión de los laberintos y leyes locales para la mordaza,
para los académicos corazones chamuscados: esta es la inteligencia predestinada al subterfugio;
a la familia del colmillo ostentoso, a veces, sobre los umbrales ciegos de la plebe insomne,
y mitos con caudillos petulantes en las academias económicas de un siglo predestinado a la avaricia.
I
La inteligencia desenvasa con estupor de asombro la sospecha, el escondrijo,
la mano cubierta o lampiña, el tragamonedas frente al desocupado,
el aura y una familia en los nichos del pasadizo imperial,
la liviandad o centro del ego amenazado por la inminencia de los justos en el purgatorio.
II
Saber o no indagarse para administrar el ataque del antípoda es el asunto;
no creerse el desentendido, con gesto de sombra o el punto en la mirada aterradora,
con pasillo pestilente o posesión de los laberintos y leyes locales para la mordaza,
para los académicos corazones chamuscados: esta es la inteligencia predestinada al subterfugio;
a la familia del colmillo ostentoso, a veces, sobre los umbrales ciegos de la plebe insomne,
y mitos con caudillos petulantes en las academias económicas de un siglo predestinado a la avaricia.