Hacia el lecho del alba
¡Qué tristes nos sentimos alma mía!
cómo nos hiere el árbol en el llano,
la raquítica milpa
y los hombres llorando,
maldiciendo la vida.
Pero al surgir el sol
sobre la cumbre
la tristeza se olvida
y diáfana y radiante
ante la espléndida alborada vibras.
Quieres llegar de un salto
al horizonte
cruzando la neblina
y deshacerte en lluvia de colores.
Quieres volar en el espacio virgen
con simétricos giros
y salpicar la tierra con diamantes
cual si fuera rocío,
pero las alas que te ha dado el cielo
no soportan el peso de mi cuerpo
y cristalizarás tus ilusiones
hasta que me halle muerto.
-----
Desvanecida la fugaz euforia
retorna la tristeza y los lamentos,
(en tanto el implacable sol
nos quema)
(desde el centro del cielo)
Vuelve a herirnos
el sufrimiento ajeno.
¡Qué hacemos alma mía!
busquemos una sombra
y reposemos.
Acuérdate que somos impotentes
frente al hambre del pueblo.
Llegando la frescura de la noche
volverán nuestros sueños.
¡Qué tristes nos sentimos alma mía!
cómo nos hiere el árbol en el llano,
la raquítica milpa
y los hombres llorando,
maldiciendo la vida.
Pero al surgir el sol
sobre la cumbre
la tristeza se olvida
y diáfana y radiante
ante la espléndida alborada vibras.
Quieres llegar de un salto
al horizonte
cruzando la neblina
y deshacerte en lluvia de colores.
Quieres volar en el espacio virgen
con simétricos giros
y salpicar la tierra con diamantes
cual si fuera rocío,
pero las alas que te ha dado el cielo
no soportan el peso de mi cuerpo
y cristalizarás tus ilusiones
hasta que me halle muerto.
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Desvanecida la fugaz euforia
retorna la tristeza y los lamentos,
(en tanto el implacable sol
nos quema)
(desde el centro del cielo)
Vuelve a herirnos
el sufrimiento ajeno.
¡Qué hacemos alma mía!
busquemos una sombra
y reposemos.
Acuérdate que somos impotentes
frente al hambre del pueblo.
Llegando la frescura de la noche
volverán nuestros sueños.