La beata de la máscara
La del enlutado manto,
la de la toca de encaje
la de mil hombres encanto,
¿cuánto va a que no es tan santo
tu pecho como el ropaje?
En vano ocultarnos trata
de tus ojos los destellos
el lienzo que te recata;
y por Dios que son, beata,
para ser santos, muy bellos.
Sobre tu nevado seno
pesa la cruz de un rosario,
y aunque humilde «nazareno»,
muriera de gozo lleno
en tan hermoso calvario.
Y, pese a tu religión,
en vano ¡ay triste! sofoca
deseos mi corazón;
que oculta una tentación
cada pliegue de tu toca.
Eres bella cual ninguna,
y juro, aunque temerario,
no creo en ti fe alguna,
si pasas una por una
las cuentas de tu rosario.
La del enlutado manto,
la de la toca de encaje
la de mil hombres encanto,
¿cuánto va a que no es tan santo
tu pecho como el ropaje?
En vano ocultarnos trata
de tus ojos los destellos
el lienzo que te recata;
y por Dios que son, beata,
para ser santos, muy bellos.
Sobre tu nevado seno
pesa la cruz de un rosario,
y aunque humilde «nazareno»,
muriera de gozo lleno
en tan hermoso calvario.
Y, pese a tu religión,
en vano ¡ay triste! sofoca
deseos mi corazón;
que oculta una tentación
cada pliegue de tu toca.
Eres bella cual ninguna,
y juro, aunque temerario,
no creo en ti fe alguna,
si pasas una por una
las cuentas de tu rosario.