Adiós al poeta
¡Santa Naturaleza, madre mía!
Me has cobijado en tu regazo inmenso
y disipaste con tu soplo intenso
la nube del dolor que me envolvía.
Mas, ay, vuelve la vida ingrata y fría;
mi sueño celestial quedó suspenso...
Ya alza la tierra su divino incienso
y en su carro triunfal asoma el día.
Poeta: es fuerza abandonar el monte.
Bajemos, pues ya al ras del horizonte
Venus agonizante parpadea,
tú al teatro, a la clínica, al Senado;
l yo a vegetar tranquilo y olvidado
en el rincón oscuro de mi aldea.
¡Santa Naturaleza, madre mía!
Me has cobijado en tu regazo inmenso
y disipaste con tu soplo intenso
la nube del dolor que me envolvía.
Mas, ay, vuelve la vida ingrata y fría;
mi sueño celestial quedó suspenso...
Ya alza la tierra su divino incienso
y en su carro triunfal asoma el día.
Poeta: es fuerza abandonar el monte.
Bajemos, pues ya al ras del horizonte
Venus agonizante parpadea,
tú al teatro, a la clínica, al Senado;
l yo a vegetar tranquilo y olvidado
en el rincón oscuro de mi aldea.