Veinte años
ya te canté, señora,
19 febreros de venturas.
Descendiste a mi verso hora tras hora
y yo trepé al balcón de tus ternuras.
Balcón que fue de luz más que de ensayos,
laboratorio de ilusión y vida,
en mi solicitud de pararrayos
tu amor relampagueante fue guarida.
Y no hay palabra, grito, eco,
mensaje, trino o trueno, rumor, voz de jilguero
-telefax del amor y del lenguaje-
que como sabio y pertinaz testigo,
describa este vigésimo febrero
mis dos últimas décadas contigo.
ya te canté, señora,
19 febreros de venturas.
Descendiste a mi verso hora tras hora
y yo trepé al balcón de tus ternuras.
Balcón que fue de luz más que de ensayos,
laboratorio de ilusión y vida,
en mi solicitud de pararrayos
tu amor relampagueante fue guarida.
Y no hay palabra, grito, eco,
mensaje, trino o trueno, rumor, voz de jilguero
-telefax del amor y del lenguaje-
que como sabio y pertinaz testigo,
describa este vigésimo febrero
mis dos últimas décadas contigo.