Intemporal
Y comenzaron a pasar Ias horas.
Giraban los relojes mortecinos
para que minuteros y horarios, como espadas,
me hirieran con malévolos instintos.
Y comenzaron a pasar los días.
Las piedras puntiagudas del camino
torturaron mis pies, que agradecieron
lo injusto del castigo.
Y comenzaron a pasar los años
-asfixiantes, furtivos-
y adelgazaron en mis manos ciegas
calendarios de olvido.
Así fue todo, hasta que el hombre
se rebeló al destino.
Llegaste tú con tu sonrisa cálida,
y comenzaron a pasar los siglos...
Y comenzaron a pasar Ias horas.
Giraban los relojes mortecinos
para que minuteros y horarios, como espadas,
me hirieran con malévolos instintos.
Y comenzaron a pasar los días.
Las piedras puntiagudas del camino
torturaron mis pies, que agradecieron
lo injusto del castigo.
Y comenzaron a pasar los años
-asfixiantes, furtivos-
y adelgazaron en mis manos ciegas
calendarios de olvido.
Así fue todo, hasta que el hombre
se rebeló al destino.
Llegaste tú con tu sonrisa cálida,
y comenzaron a pasar los siglos...