El frío - Poemas de JORGE GALÁN

Poemas » jorge galan » el frio

El frío

Una flor agotada por el lento verano:                   
eso te obsequia y te habla de sus ojos odiosos           
con maneras odiosas: se cree tan hermoso                 
o algo más que tú misma. Tú te inclinas en busca         
de una cosa que brilla sobre el suelo de hierba:         
no es nada o quizá sea... no has podido saberlo.         
El día se dilata y avanza sobre el mundo                 
como una gran carroza que atraviesa un desfile.         
Otro más te regala un muñeco muy blanco.                 
Es demasiado blanco: lo tocas y se ensucia;             
sin embargo el pelaje, tan tibio y delicado             
puede hacer que tus manos se tornen displicentes         
y tibias se deslicen como la luz delgada                 
en los duraznos tiernos. Hay un brillo en tus ojos.     
Sonríes. Te despiertas: bajo tu pecho tiembla           
un corazón distinto, y no puedes saberlo.               
Alguien más te ha obsequiado un pájaro, una jaula:       
amarillo el plumaje, gris y filoso el pico.             
El tono de las plumas te deslumbra y asombra.           
Ya solo su textura por sí misma es caricia.             
Te parece exquisito ese color que no amas               
pero crees que amas, y en verdad lo disfrutas.           
Un animal hermoso, pero su canto es breve,               
casi como gorjeo y no cesa y te angustia.               
Un cuarto te ha posado su mano en la mejilla:           
tu piel expuesta entonces, recogió en esos dedos         
un temblor sin angustia, un deseo que toma               
en la mano una forma que no puede en los labios.         
Se miran a los ojos y una vergüenza insana               
te llena las mejillas de sentimientos púrpura.           
Tu cabello cercado por ganchos implacables               
te hace lucir distinta: ya no eres una niña.             
Bebes desde ese vaso que te han puesto en la mesa       
ante ti, con fineza, con firmeza, con hambre.           
La bebida te sabe sabrosa y la disfrutas:               
es dulce y embrujada por un licor que entonces           
en tu aliento volátil se volverá perfume:               
hablas y alguien se duerme para soñar que hablas         
sin notar que en sus venas se ha inflamado la sangre.   
Ingenua, cuanto crees, no son más que espejismos:       
las palabras que escuchas nunca han sido palabras       
sino vestidos nuevos para fiebres muy viejas.           
Tu belleza no importa porque eso no interesa,           
o interesa, tan solo, mientras persiste o baste.         
Tu tesoro relumbra como luz temblorosa:                 
los insectos rodean su calor inmediato.                 
Desde lejos te observo. Callo. No participo.             
El frío que te eriza son mis brazos cerrados.           

Sobre esta web
Esta web ha sido creada gracias a la colaboración de amigos que nos han ofrecido sus poemas y selecciones.
Poesia
- Poemas - Contáctenos - Privacidad -
© 2006-2023 PoetasPoemas.com - Poesía hispanoamericana y traducciones al español.