Ritual
Esta sed se me calma cuando cierro los ojos
y me llama de cerca la voz de tus caricias,
cada vez que decides acogerte en mi pecho
y esperar que la noche nos esconda la vida.
Todo se inicia entonces con un ritual silente
en el que desenvuelvo tu cuerpo entre mis manos;
como una prodigiosa cosecha te contemplo
y amor, te siego y siembro como único hortelano.
Después, tú te abandonas al paso de mi arado,
desarmas mi silencio con frases milagrosas
y estalla una marea de amor que nos eleva
por encima de todas nuestras pequeñas cosas.
Esa es la trayectoria de nuestra oculta chispa
que acaba –como siempre– crecida en un incendio
en el que humean piras de roces y ternuras
que luego se transforman en vórtices de besos.
Y así, esta sed que nace cuando tú estás distante,
sólo me acosa el tiempo que estamos separados,
sólo perdura cuando no estoy frente a tus ojos
pero hecha vidrio, quiebra su hondura entre tus brazos.
Esta sed se me calma cuando cierro los ojos
y me llama de cerca la voz de tus caricias,
cada vez que decides acogerte en mi pecho
y esperar que la noche nos esconda la vida.
Todo se inicia entonces con un ritual silente
en el que desenvuelvo tu cuerpo entre mis manos;
como una prodigiosa cosecha te contemplo
y amor, te siego y siembro como único hortelano.
Después, tú te abandonas al paso de mi arado,
desarmas mi silencio con frases milagrosas
y estalla una marea de amor que nos eleva
por encima de todas nuestras pequeñas cosas.
Esa es la trayectoria de nuestra oculta chispa
que acaba –como siempre– crecida en un incendio
en el que humean piras de roces y ternuras
que luego se transforman en vórtices de besos.
Y así, esta sed que nace cuando tú estás distante,
sólo me acosa el tiempo que estamos separados,
sólo perdura cuando no estoy frente a tus ojos
pero hecha vidrio, quiebra su hondura entre tus brazos.