OpÚsculo de un poeta - Poemas de Humberto Garza

Poemas » humberto garza » opusculo de un poeta

OpÚsculo de un poeta

  No vuelvas nunca más hasta el rompiente que untaba con espuma tus euforias
  antes de aquellas noches de noviembre que anularon tus psíquicos poderes
  cuando enfadado tú, las acusaste de haber defraudado un bello trance
  provocado por la exótica figura de una mujer hindú sobre una calle.
  Busca mañanas que se arropen con geranios y huesos añorantes
  dentro de la cueva en que amanece la quimera.
  Busca pechos planos y mitos que duermen entre muslos
  que Safo detestó en su adolescencia.
  A la parranda de la negra sangre, que en ridículos gritos se congela
  revelándose en despojos por el mundo mientras busca las yámbicas tormentas;
  acude con ayeres y mañanas, como ángel furtivo de fragancias,
  y circunda la luz que se dispersa.
  No corras tras migajas de alegría buscando trivial deslumbramiento
  ni caigas en lechos de burdeles donde destruyen las mansiones de Eros.
  Avanza más en los nutricios bosques donde encinos que nunca fueron niños
  sostienen los enormes candeleros que iluminan las bestias de promesa
  que cuidan poetisos y heroínos.
  Recuerda las lloviznas y ventiscas portadoras de fríos gavilanes
  que herían tus manos y tu cara, cuando subías, adolescente al cielo,
  a levantar paredes de salud, después de renacer cada mañana.
  Estás cansado de imprudencia y sabes que el farol de todos los domingos
  te busca en leche de amapola para anular sublimes añoranzas
  causadas por vapores de cobalto que despidió el amor desde el principio.
  Ya no vas en poligamias oportunas, buscando mujeres de repuesto,
  tras colas de grandes pavos reales que andaban por troyanos corredores
  ignorando las épicas de Homero.
  Has borrado el inútil protocolo por ser continuamente innecesario
  a lo largo y lo ancho del paréntesis que encierra las antiguas cicatrices
  que los días de gitano te dejaron.
  Ya no buscas en huecos de la noche; culebreantes y largas carreteras
  que te lleven al mimesis antiguo, aprendido a las ramas de naranjos
  Cacareas en diferente mundo sin radioactivo Amanecer Norteño
  y recibes las polkas mojadas por las lluvias de la tarde
  en las veredas que parten de una loma que hace alarde
  de un libertario enorme monumento.
  Jubilaste el bullicio de ilusiones y ahora igual que marcas de vacunas
  en la neblina muerta de tus sueños fosforescen con brillo de infantiles
  carruseles que giran para siempre, embriagados de azahar bajo la luna.
  ¡Nada es seguro aún! ¿Por qué reír o cantar ante la hiedra
  que cubre los jardines que se ahogan bajo sombras verduscas de las tapias?
  Sigue perdiendo el tiempo en procesiones, que salen en racimos apretados
  y nunca llegan a la Tierra Santa.
  Pierrot está llorando golondrinas, y San Juan Capistrano ya no existe.
  ¿Quién marcará tu rumbo a California? Ahora que en la espalda del olvido
  ha vuelto aparecer una vez última la fábula que quieres y no quieres
  por ser coquetería fosilizada que destruyó a tus amorosos dioses
  ayer, cuando paseabas en la playa.
  Has arribado al parque de sirenas y ya no están las culminantes lenguas,
  ni Cordelia a la vuelta de la esquina, con voz de codorniz que chapotea.
  Nadie te quiere dar para el futuro porque saben que no tienes mañana.
  Y tú quieres reunirte a la tormenta al confundir tu crasa elemental simpleza
  con la nave de sol en donde viaja la belleza inmortal nefertiliana.
  La poesía chifló tu realidad, hoy no puede alinearse con las fechas
  que humedece el etílico de otoño. ¡Y desde ya! Recita tu condena
  ante la charca límpida y tranquila donde una y otra vez se ahoga Ofelia.
  Haber sabido ayer que tus pisadas, en lugar de a maestros pitagóricos
  te llevarían al grupo más confuso, al grupo que de pie entre las ortigas
  al elevar sus cantos, polariza lancetas de colmenas errabundas.
  Por todo lo que amaste; entre tus dedos se enredará el crepúsculo del hombre,
  se enredará la voz de las montañas, se enredará el amor de las palomas
  y volverás de nuevo a tus mansiones a divertir y a presidir las almas.
  Todo lo que buscabas se ha perdido, lo dejaste extraviar por redundante;
  y tarde, ya muy tarde... has comprendido que el arrugado y fraternal destino
  que te abrazó veía en ti… simplemente a otro pájaro cantante.

Sobre esta web
Esta web ha sido creada gracias a la colaboración de amigos que nos han ofrecido sus poemas y selecciones.
Poesia
- Poemas - Contáctenos - Privacidad -
© 2006-2023 PoetasPoemas.com - Poesía hispanoamericana y traducciones al español.