Llamada - Poemas de Humberto Garza

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Llamada

    Con demenciales dedos y terquedad molesta...
    ¿Quién golpea mi puerta, en esta hora sombría?
    Mi inspiración ahora se encuentra manifiesta;
    debo escribir 'dictados' que me reporta el día.

    -¿Es la costumbre ahora no abrir a los viajeros
    que llegan fatigados de andar por los caminos?
    Debes darnos albergue, no somos extranjeros,
    venimos de tu pueblo, ayer fuimos vecinos-.

    Señores míos… no puedo brindarles hospedaje,
    importantes trabajos hoy tengo como amigos.
    Es otra luz, y es otro el notable paisaje
    que perciben mis ojos al abrir sus postigos.

    -¡Abre! ¡Loco de atar! ¡Morador del infierno!
    Deja la esquizofrenia que obstruye tu sentido.
    No puedes continuar con ese desgobierno;
    ¡Profeta oscurantista! ¡Asceta retraído!-

    La casta ave de luz está bregando ahora...
    con afiladas uñas el universo escarba.
    El Creador le acompaña en esta nueva aurora;
    con fatigados ojos y encanecida la barba.

    -¡Misántropo chiflado! ¡Excéntrico aburrido!
    No tienes rudimentos de noble cortesía,
    quédate ahí insensible, solitario, perdido;
    escribiendo 'dictados' que te reporta el día-.

    ¡Váyanse lejos, lejos! No quiero oír los ruidos
    familiares de antes, en esta quieta casa.
    No quiero ver inanes candelabros caídos
    conflagrar el espacio... que otra llama hoy abrasa.

    -Quédate con la fuerza de tu expresión judáica,
    renuncia a todo lazo de altruista sentimiento;
    Da tu pan cuaresmal a la mente prosaica
    que algún valor perciba en tu innoble talento-.

    Eso haré, con premura... incoloros transeúntes.
    Dejen de molestar con su ruido de grillos;
    debo ir a reforzar los grandes descoyuntes
    que en mis planes abrieron vuestros gritos sencillos.

    Lleven la ordinariez, de sus charlas triviales,
    a casas, donde espero, sea mejor recibida.
    La quietud y el espacio hoy son elementales
    para grandes tareas que me ordena la vida.

    Sigan por el camino desprovisto de gloria,
    váyanse a departir con gente como ustedes.
    Esfumen esta puerta de su terca memoria
    y que Dios salvaguarde vuestras rudas mercedes.

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