El Árbol
Se está vaciando el árbol por la herida más grande,
por esa herida vieja que ya no cicatriza.
Los caracoles suben, como poemas largos,
por la dura corteza a salvarle la vida.
Se está quedando solo en la llanura verde,
allá en el desamparo de oscuros mediodías.
Un tesoro de ritmos le llega desde lejos,
y un aroma impreciso le cae desde arriba.
De caridades vive, pero tal vez lo ignora.
Poco a poco la sombra deja de ser su amiga,
su languidez proyecta sobre la fresca hierba
una ilusión que a todos causa lástima y risa.
Ayer, en el silencio que bañaba la tarde,
burla sufrió y desprecio, de extraña comitiva;
al querer explicar sus agudos misterios
las palabras del árbol se volvieron más frías.
No soples para otros, abanico del aire,
el árbol ya no tiene su piel de melodías,
la falda de la noche ocultará su viaje;
estas últimas horas que vive, son las mías.
Se está vaciando el árbol por la herida más grande,
por esa herida vieja que ya no cicatriza.
Los caracoles suben, como poemas largos,
por la dura corteza a salvarle la vida.
Se está quedando solo en la llanura verde,
allá en el desamparo de oscuros mediodías.
Un tesoro de ritmos le llega desde lejos,
y un aroma impreciso le cae desde arriba.
De caridades vive, pero tal vez lo ignora.
Poco a poco la sombra deja de ser su amiga,
su languidez proyecta sobre la fresca hierba
una ilusión que a todos causa lástima y risa.
Ayer, en el silencio que bañaba la tarde,
burla sufrió y desprecio, de extraña comitiva;
al querer explicar sus agudos misterios
las palabras del árbol se volvieron más frías.
No soples para otros, abanico del aire,
el árbol ya no tiene su piel de melodías,
la falda de la noche ocultará su viaje;
estas últimas horas que vive, son las mías.