Llegando al ecuador
Cesen ya los pelados montes de faz tremenda
que en su entraña avarientos custodian sus metales:
¡que al mar salga otro suelo y acogedor nos tienda
sobre las olas mismas sus brazos vegetales!
Cesen ya los pelados montes de faz tremenda
que en su entraña avarientos custodian sus metales:
¡que al mar salga otro suelo y acogedor nos tienda
sobre las olas mismas sus brazos vegetales!