Betta splendens
Era un pez luminoso y pacífico.
Como si llevara puesta una luna de bronce.
Como algodón en rama por el fondo del alma.
Ni el viento ni la lluvia oscurecían su vientre sonrosado.
Y cuando todos dormían, vigilaba, muy alerta,
el paso de las aves.
Elegía las corrientes más rápidas y frías
y se dejaba acunar por los peces espada
y las esponjas ciegas que pueblan el abismo.
Se había construido un mapa de colores
con rosas de agua dulce y con cipreas
y pintaba de blanco las anémonas blancas
que crecen en las rocas.
Era un pez luminoso y pacífico.
Como si llevara puesta una luna de bronce.
Como algodón en rama por el fondo del alma.
Ni el viento ni la lluvia oscurecían su vientre sonrosado.
Y cuando todos dormían, vigilaba, muy alerta,
el paso de las aves.
Elegía las corrientes más rápidas y frías
y se dejaba acunar por los peces espada
y las esponjas ciegas que pueblan el abismo.
Se había construido un mapa de colores
con rosas de agua dulce y con cipreas
y pintaba de blanco las anémonas blancas
que crecen en las rocas.