Iii (soneto)
Es tu nombre la hoz que le cercena
Al corazón la paz de sus latidos;
Son tus ojos los goznes enmohecidos
A los cuales mi vida se encadena.
Es tu ausencia la causa de esta pena
Donde encuentran las lágrimas sus nidos;
Son tus manos dos pétalos dormidos
En la congoja que mi vida llena.
Yo te busco en mis horas desoladas,
Yo te busco en las noches y en el día
Con impaciencia y sed desesperadas,
Y, si en tinieblas de dolor me pierdo,
Creo que puedo pulsarte, amada mía,
Como una cuerda tensa en el recuerdo.
Es tu nombre la hoz que le cercena
Al corazón la paz de sus latidos;
Son tus ojos los goznes enmohecidos
A los cuales mi vida se encadena.
Es tu ausencia la causa de esta pena
Donde encuentran las lágrimas sus nidos;
Son tus manos dos pétalos dormidos
En la congoja que mi vida llena.
Yo te busco en mis horas desoladas,
Yo te busco en las noches y en el día
Con impaciencia y sed desesperadas,
Y, si en tinieblas de dolor me pierdo,
Creo que puedo pulsarte, amada mía,
Como una cuerda tensa en el recuerdo.