Cada vez
En Nicaragua nos asomamos a una ventana y vemos tierra con zacate
y centauros cada vez que baja la luna y se oyen relinchos locos;
relinchos para preñar los reflejos; relinchos para ensordecer la nostalgia.
Cada vez, cuando vemos de reojo la calle,
están los perros flacos parodiando la inspiración de la mañana
y dan mordidas azules con las pesadillas de nuestros fantasmas.
En Nicaragua nos asomamos a una ventana y vemos tierra con zacate
y centauros cada vez que baja la luna y se oyen relinchos locos;
relinchos para preñar los reflejos; relinchos para ensordecer la nostalgia.
Cada vez, cuando vemos de reojo la calle,
están los perros flacos parodiando la inspiración de la mañana
y dan mordidas azules con las pesadillas de nuestros fantasmas.