La noticia
El telediario; la voz cansina del presentador
agonizando por la 2.
Y las vocecitas de los muñecos infantiles
que dan las buenas noches
a los niños menores de doce años.
Que esta noche, como todas las
demás, volverán a tener pesadillas.
Se agitarán sudorosos en
sus camas soñando con arañas
de 15 patas que atraviesan la habitación
remando en una canoa
con indios medio borrachos,
o en pozos, donde al final
siempre espera un dinosaurio.
Y a unos metros más allá
en la habitación de al lado
los vecinos discuten:
-Tú, te quedas con los niños, y yo, me quedo sola.
¿No te gusta esa idea, verdad? –dice ella.
Y siguen hablando del poco tiempo libre,
y del trabajo, y de la colada que se acumula.
Después ella
se echa a llorar, como exhausta.
Oigo un portazo
que hace temblar
toda la casa.
Enciendo la televisión,
aparece el presentador del telediario,
con su voz cansina
agonizando por la 2.
Pero esta vez me quedo helada cuando
le oigo decir que
Superman,
el auténtico Superman,
ha muerto.
El telediario; la voz cansina del presentador
agonizando por la 2.
Y las vocecitas de los muñecos infantiles
que dan las buenas noches
a los niños menores de doce años.
Que esta noche, como todas las
demás, volverán a tener pesadillas.
Se agitarán sudorosos en
sus camas soñando con arañas
de 15 patas que atraviesan la habitación
remando en una canoa
con indios medio borrachos,
o en pozos, donde al final
siempre espera un dinosaurio.
Y a unos metros más allá
en la habitación de al lado
los vecinos discuten:
-Tú, te quedas con los niños, y yo, me quedo sola.
¿No te gusta esa idea, verdad? –dice ella.
Y siguen hablando del poco tiempo libre,
y del trabajo, y de la colada que se acumula.
Después ella
se echa a llorar, como exhausta.
Oigo un portazo
que hace temblar
toda la casa.
Enciendo la televisión,
aparece el presentador del telediario,
con su voz cansina
agonizando por la 2.
Pero esta vez me quedo helada cuando
le oigo decir que
Superman,
el auténtico Superman,
ha muerto.