Que ella no me sorprende
Si pasa entre dos establecidos
con su ajuar de luna negra
y su guadaña de nieve,
ella, si viene sola,
no escoltada, no oída por su paso,
sino, mirad, como esmeralda brillante,
castigando, tironeando sus muslos,
va a caer entre los pinos,
en un redondel de escarcha,
y deja ciegos, serpientes que vuelan,
cineraria.
Si pasa entre dos establecidos
con su ajuar de luna negra
y su guadaña de nieve,
ella, si viene sola,
no escoltada, no oída por su paso,
sino, mirad, como esmeralda brillante,
castigando, tironeando sus muslos,
va a caer entre los pinos,
en un redondel de escarcha,
y deja ciegos, serpientes que vuelan,
cineraria.