No dejes nacer la esperanza
No dejes nacer esa esperanza, húndela.
Seguramente en ti hay otras fuerzas,
seguramente hoy no es el día,
en ese cuarto no te espera nadie.
Y cuando en la ciudad
ya sea el crepúsculo,
baja hacia el puerto solo,
sin esperanza alguna, hueco, solo.
El puerto, que también se hunde en el mar, es tu destino.
Para él existes, para él
tus manos y tu boca se alzaron allí un día
la boca de labios gruesos, las manos ofrecidas
junto al reloj y el tiesto con las flores,
ya para siempre deslumbrado ¿recuerdas?
y una tristeza absoluta rondándote en los ojos
de joven nubio.
No dejes, muchacho, nacer esa esperanza.
Parte solo.
No dejes nacer esa esperanza, húndela.
Seguramente en ti hay otras fuerzas,
seguramente hoy no es el día,
en ese cuarto no te espera nadie.
Y cuando en la ciudad
ya sea el crepúsculo,
baja hacia el puerto solo,
sin esperanza alguna, hueco, solo.
El puerto, que también se hunde en el mar, es tu destino.
Para él existes, para él
tus manos y tu boca se alzaron allí un día
la boca de labios gruesos, las manos ofrecidas
junto al reloj y el tiesto con las flores,
ya para siempre deslumbrado ¿recuerdas?
y una tristeza absoluta rondándote en los ojos
de joven nubio.
No dejes, muchacho, nacer esa esperanza.
Parte solo.