De orfitud fuente, presagio
Te quiero intocable, inviolable,
penetrable por todos tus costados,
nunca penetrable, odiosamente mía.
Te quiero así, oscura y poderosa,
clareada por las manos y las frentes,
tocada por las bocas y los escupitajos,
agotada por la leche, por la letra,
caída en lo negro, pero mía.
Líquida en las vértebras del santo,
oh tú, premeditación del asesino,
tarde perfecta dé sol en que se muere,
oh tú, coágulo respirante,
seguridad insegura, laberinto.
Escalera que se hunde, luz de ningún abismo.
Mas inviolable, atravesando como palillos
entrecruzados en los cordeles de las venas.
Exagerada en la hinchazón del rostro
de los que miran y nos miran, mía.
Absoluta razón que desconoce
el largo semblante pavoroso, y lo conoce,
lo oculta, lo consuela, lo quiere.
Página muerta, mano del muerto
que pasa la página muerta,
blanco arco desnudo del adolescente
solitario tendido bajo el templo más blanco.
Repetición necesaria, paso entre los circos.
Te quiero entonces, no en el después o el antes.
Te quiero ahora, así, mas limpia nunca,
mas nunca regalada o preferida,
como selva sin áspero esplendor ni hoja,
cabeza arrebatada por la hondura,
hueso mondo para esta mueca de perro,
cuchillo en la raíz que grita y nutre,
besada, despedida, lentamente sagrada.
Te quiero intocable, inviolable,
penetrable por todos tus costados,
nunca penetrable, odiosamente mía.
Te quiero así, oscura y poderosa,
clareada por las manos y las frentes,
tocada por las bocas y los escupitajos,
agotada por la leche, por la letra,
caída en lo negro, pero mía.
Líquida en las vértebras del santo,
oh tú, premeditación del asesino,
tarde perfecta dé sol en que se muere,
oh tú, coágulo respirante,
seguridad insegura, laberinto.
Escalera que se hunde, luz de ningún abismo.
Mas inviolable, atravesando como palillos
entrecruzados en los cordeles de las venas.
Exagerada en la hinchazón del rostro
de los que miran y nos miran, mía.
Absoluta razón que desconoce
el largo semblante pavoroso, y lo conoce,
lo oculta, lo consuela, lo quiere.
Página muerta, mano del muerto
que pasa la página muerta,
blanco arco desnudo del adolescente
solitario tendido bajo el templo más blanco.
Repetición necesaria, paso entre los circos.
Te quiero entonces, no en el después o el antes.
Te quiero ahora, así, mas limpia nunca,
mas nunca regalada o preferida,
como selva sin áspero esplendor ni hoja,
cabeza arrebatada por la hondura,
hueso mondo para esta mueca de perro,
cuchillo en la raíz que grita y nutre,
besada, despedida, lentamente sagrada.