Mi navegaciÓn
Non est meum, si mugiat Africis
Malus procellis, ad miseras preces
Decurrere et vobis pacisci.
HORAT.
¿Tanto afán y tan breve derrotero?
¿Siempre halagar a mercaderes sandios
Y a malvados cuestores insolentes?
¿Siempre implorar la fuerza?
No; que en mi quilla corruptora plata
No he de traer de las peruanas costas;
Ni he de llevar al México rebelde
Domeñadoras armas.
Y solmente al querer de mi destino
Sin ansia alguna de cambiar la suerte,
Lanzó joven piloto mi barquilla
Al piélago espumoso.
Al espumoso piélago, que alzando
En insana bravura a las estrellas
Mil poderosas naos, con ruina
Las hundió en el abismo.
Y del dulce León y el buen Carranza
Los inocentes virtuosos leños
En pos lanzara de ásperas tormentas
A las crueles playas
Que habitaban los hijos sanguinarios
Del Cielo y de la Tierra ¡prole impía!
Por el rayo después aniquilada
Del Padre de las luces.
¡Terrible mar! que en negros turbiones
Súbito al gran Jovino arrebatando,
A un escollo arrojó, donde cautivo
Gimió de un vil pirata.
¡Mas qué! ¿Y acaso en la malvada tierra
Buscaron ellos el ansiado puerto?
¿Y naufragios y bárbaras prisiones
No burlaron constantes?
Sí; que en su pecho el corazón tranquilo
Sintió el solaz de la inocencia: su alma
Los puros días de su edad primera
Corrió sin sobresalto.
Y cuando más feroz bramó la rabia
De las tormentas, cuando el dulce día
En lobreguez velaban las espesas
Murallas de su cárcel;
Siempre a su vista apareció una estrella
De luz inmensa, esplendorosa, suave:
¡Estrella que jamás del ímpio alumbras
Las tortuosas sendas!
Así en el mástil de mi barca nunca
Enseña flote indigna; ni en su puente
Vivas suenen de mal que la virtuosa
Playa vecina espanten;
Y tu lumbre mi breve derrotero
Siempre esclarezca, y de infestadas naos
Siempre me aleje, y de los sitios donde
Las férreas proas guíen.
No es en la tierra el fin de mi viaje,
Y tú lo sabes: busco ¡ojalá llegue!
Busco de paz las plácidas moradas,
Do la verdad es reina,
Do, con balanza siempre igual, justicia
Al trabajado recto navegante
De galardón sin fin, y al criminoso
Sin fin con rayo abrasa.
Non est meum, si mugiat Africis
Malus procellis, ad miseras preces
Decurrere et vobis pacisci.
HORAT.
¿Tanto afán y tan breve derrotero?
¿Siempre halagar a mercaderes sandios
Y a malvados cuestores insolentes?
¿Siempre implorar la fuerza?
No; que en mi quilla corruptora plata
No he de traer de las peruanas costas;
Ni he de llevar al México rebelde
Domeñadoras armas.
Y solmente al querer de mi destino
Sin ansia alguna de cambiar la suerte,
Lanzó joven piloto mi barquilla
Al piélago espumoso.
Al espumoso piélago, que alzando
En insana bravura a las estrellas
Mil poderosas naos, con ruina
Las hundió en el abismo.
Y del dulce León y el buen Carranza
Los inocentes virtuosos leños
En pos lanzara de ásperas tormentas
A las crueles playas
Que habitaban los hijos sanguinarios
Del Cielo y de la Tierra ¡prole impía!
Por el rayo después aniquilada
Del Padre de las luces.
¡Terrible mar! que en negros turbiones
Súbito al gran Jovino arrebatando,
A un escollo arrojó, donde cautivo
Gimió de un vil pirata.
¡Mas qué! ¿Y acaso en la malvada tierra
Buscaron ellos el ansiado puerto?
¿Y naufragios y bárbaras prisiones
No burlaron constantes?
Sí; que en su pecho el corazón tranquilo
Sintió el solaz de la inocencia: su alma
Los puros días de su edad primera
Corrió sin sobresalto.
Y cuando más feroz bramó la rabia
De las tormentas, cuando el dulce día
En lobreguez velaban las espesas
Murallas de su cárcel;
Siempre a su vista apareció una estrella
De luz inmensa, esplendorosa, suave:
¡Estrella que jamás del ímpio alumbras
Las tortuosas sendas!
Así en el mástil de mi barca nunca
Enseña flote indigna; ni en su puente
Vivas suenen de mal que la virtuosa
Playa vecina espanten;
Y tu lumbre mi breve derrotero
Siempre esclarezca, y de infestadas naos
Siempre me aleje, y de los sitios donde
Las férreas proas guíen.
No es en la tierra el fin de mi viaje,
Y tú lo sabes: busco ¡ojalá llegue!
Busco de paz las plácidas moradas,
Do la verdad es reina,
Do, con balanza siempre igual, justicia
Al trabajado recto navegante
De galardón sin fin, y al criminoso
Sin fin con rayo abrasa.