Aquellas sopas de ajo
Ha llegado el sabor de las sopas de ajo
en el amanecer de los presidios.
Por la tristeza de las galerías
hay un rumor de pies y de bocas hambrientas
hacia los patios de las formaciones.
De negros pozos sube el vaho fétido.
El sabor de la sopa en cada lengua
como una comunión sacrílega. Revuelve
los estómagos sucios. A esto sabe
el rencor de los otros y la sangre
perdida. Es el sabor de la denuncia.
Es el sabor del miedo y la derrota.
No es un espejo el alba macilenta
por la tierra entre llanos
que aún cuartea la helada.
No nos vemos el hueco de la boca
hacia el sabor del odio
digo el de sopas de ajo entre fusiles.
Ha llegado el sabor de las sopas de ajo
en el amanecer de los presidios.
Por la tristeza de las galerías
hay un rumor de pies y de bocas hambrientas
hacia los patios de las formaciones.
De negros pozos sube el vaho fétido.
El sabor de la sopa en cada lengua
como una comunión sacrílega. Revuelve
los estómagos sucios. A esto sabe
el rencor de los otros y la sangre
perdida. Es el sabor de la denuncia.
Es el sabor del miedo y la derrota.
No es un espejo el alba macilenta
por la tierra entre llanos
que aún cuartea la helada.
No nos vemos el hueco de la boca
hacia el sabor del odio
digo el de sopas de ajo entre fusiles.