Acto primero
La tarde es su crepúsculo. Sobre los pinos altos,
ancianos como el mundo, la tarde es femenina
y en su espalda es que brilla una melena de óleo
donde el rojo más puro declina hasta el dorado,
algo más tarde al sepia, después hasta lo oscuro.
Poco antes de la sombra es que halla su belleza.
Nada es lo que parece: cuando joven su cuerpo
no posee el misterio que invita a poseerla,
pero agoniza y crece dentro de ella un deleite
que brilla entre los rostros que ella misma negrea.
La tarde es su crepúsculo. Sobre los pinos altos,
ancianos como el mundo, la tarde es femenina
y en su espalda es que brilla una melena de óleo
donde el rojo más puro declina hasta el dorado,
algo más tarde al sepia, después hasta lo oscuro.
Poco antes de la sombra es que halla su belleza.
Nada es lo que parece: cuando joven su cuerpo
no posee el misterio que invita a poseerla,
pero agoniza y crece dentro de ella un deleite
que brilla entre los rostros que ella misma negrea.