Tetraodon fluviatilis
Vino del río una tarde. Se instaló en la pecera
como si hubiera sido su casa desde siempre.
Tenía un movimiento pendular y armonioso
y era como la seda. Magenta adamascada.
En los días de lluvia,
inclinaba su cabeza hacia el mar de poniente
y detenía su viaje por muy breves momentos.
Siempre estaba soñando a través de un espejo.
Soñaba con moluscos, el ciprés de la calle,
las tejas nacaradas con olor a jazmines,
el muro de la iglesia,
y la ausencia infinita de un mar inalcanzable.
Vino del río una tarde. Se instaló en la pecera
como si hubiera sido su casa desde siempre.
Tenía un movimiento pendular y armonioso
y era como la seda. Magenta adamascada.
En los días de lluvia,
inclinaba su cabeza hacia el mar de poniente
y detenía su viaje por muy breves momentos.
Siempre estaba soñando a través de un espejo.
Soñaba con moluscos, el ciprés de la calle,
las tejas nacaradas con olor a jazmines,
el muro de la iglesia,
y la ausencia infinita de un mar inalcanzable.