Rito y virgen
Su corazón late con hambre de pubis en mi ojo;
late con gato pardo que densamente resbala a las terrazas de Aserrí,
para encontrarse con una leyenda.
Así abre la ventana y la oprime el cautiverio con retrato repentino,
con refrigerador y cocina desordenada,
o el lejano graznido que le demuestra la geografía del torbellino mientras resbala su blusa,
con mordida de tigre, hasta el muslo; entonces,
descubre la felicidad empozada en el estómago y el beso con un “te espero en la cama”
para estrenar los asombros, o escuchar boleros de Leo Marini con mesa y vela,
o edredón de alcoba para alegrar la pelvis que Safo describiría con tenue danza
y eternidad de vírgenes consagradas.
Su corazón late con hambre de pubis en mi ojo;
late con gato pardo que densamente resbala a las terrazas de Aserrí,
para encontrarse con una leyenda.
Así abre la ventana y la oprime el cautiverio con retrato repentino,
con refrigerador y cocina desordenada,
o el lejano graznido que le demuestra la geografía del torbellino mientras resbala su blusa,
con mordida de tigre, hasta el muslo; entonces,
descubre la felicidad empozada en el estómago y el beso con un “te espero en la cama”
para estrenar los asombros, o escuchar boleros de Leo Marini con mesa y vela,
o edredón de alcoba para alegrar la pelvis que Safo describiría con tenue danza
y eternidad de vírgenes consagradas.