AlgarabÍa del silencio
Al final de aquel largo viaje, intenté rescatar la dispersa magia de
perdidos horizontes a los que por más que quise nunca logré retener;
ellos impusieron en mi ruta oscuras trampas, mientras de mi existencia
solo fueron quedando despojos e una vil carmen donde los gusanos
destruyeron las sustancias con que había alimentado mis terrenales
esperanzas. Aquellas viejas apariencias que tanto degusté con los
amigos y los acreedores del orgullo, se marcharon para siempre de mis
convicciones, las que por último tampoco tuvieron qué heredarme pues
todo estaba repartido en el territorio de mis amuralladas expectativas.
Nadie vino a darme la mano cuando concluí aquel viaje, yo que esperaba
al menos el perfil de una silueta sin máscaras abrazándome, diciéndome
que aunque tarde aguardaba por mí algún resquicio de luna atrapado en
las telarañas del vacío o en la creta de una melodía espacial. Nadie vino a
preguntar por mis huesos, ni por mis avergonzados desconsuelos que
han dado piel al cuerpo de mi vida, a la dispersa magia que eleva esta
plegaria disuelta en la nada, perdida en las huellas de las sombras, en la
abrumadora algarabía del silencio.
Al final de aquel largo viaje, intenté rescatar la dispersa magia de
perdidos horizontes a los que por más que quise nunca logré retener;
ellos impusieron en mi ruta oscuras trampas, mientras de mi existencia
solo fueron quedando despojos e una vil carmen donde los gusanos
destruyeron las sustancias con que había alimentado mis terrenales
esperanzas. Aquellas viejas apariencias que tanto degusté con los
amigos y los acreedores del orgullo, se marcharon para siempre de mis
convicciones, las que por último tampoco tuvieron qué heredarme pues
todo estaba repartido en el territorio de mis amuralladas expectativas.
Nadie vino a darme la mano cuando concluí aquel viaje, yo que esperaba
al menos el perfil de una silueta sin máscaras abrazándome, diciéndome
que aunque tarde aguardaba por mí algún resquicio de luna atrapado en
las telarañas del vacío o en la creta de una melodía espacial. Nadie vino a
preguntar por mis huesos, ni por mis avergonzados desconsuelos que
han dado piel al cuerpo de mi vida, a la dispersa magia que eleva esta
plegaria disuelta en la nada, perdida en las huellas de las sombras, en la
abrumadora algarabía del silencio.