Replica
Envejecer es tarea desagradable, no lo niego.
Rodeado de objetos comunes, vajillas plásticas,
cornamentas colgando en el vestíbulo,
trajes tenuemente coloreados por el tiempo
y un reloj reluciente, señalando el paso.
Envejecer puede ser oficio digno
cuando se tiene cerca la mano de la muerte
y se aprende a ser su amigo y nunca el adversario.
Es importante amar para saber envejecer.
En singular, o en plural, la vida adquiere
un tono diferente.
Se vive para morir, abierta la sonrisa.
Como si la muerte fuera una mariposa
y el seguir erguido, entre la muchedumbre,
el dulce oficio de saberse eterno
bajo el rocío de la mañana.
Envejecer es tarea desagradable, no lo niego.
Rodeado de objetos comunes, vajillas plásticas,
cornamentas colgando en el vestíbulo,
trajes tenuemente coloreados por el tiempo
y un reloj reluciente, señalando el paso.
Envejecer puede ser oficio digno
cuando se tiene cerca la mano de la muerte
y se aprende a ser su amigo y nunca el adversario.
Es importante amar para saber envejecer.
En singular, o en plural, la vida adquiere
un tono diferente.
Se vive para morir, abierta la sonrisa.
Como si la muerte fuera una mariposa
y el seguir erguido, entre la muchedumbre,
el dulce oficio de saberse eterno
bajo el rocío de la mañana.