El llanto en llamas
El fuego es el mismo en todas partes.
Crepita el corazón, se encienden las vidrieras
y una flor de odio se abre paso entre los hombres:
noche verde, hojas de humo y pétalos de sangre.
El fuego es el mismo en todo incendio.
Se eleva el árbol custodiado por guardianes
del orden al revés, del mundo de cabeza:
el árbol de oro negro y frutos infernales.
¡Ay, el fuego de siempre al centro de la plaza!
La decisión trivial y el fin de una locura
franqueando el paso a una locura mayor:
¡un desatino más protegido por las leyes!
Muros quemados y manchas de grasa,
sirenas de la noche profunda y asfixiante:
bocas abiertas aullando al astro de hueso
carbonizado en la boca de la hornaza.
Miles de años y este fuego sigue vivo…
bordoneando la herida con moscas espectrales:
flamígera la fiebre, los números danzando
callados y con sombras grotescas de comparsas.
Horror sin fin y el fuego sigue siendo el mismo…
rasgando la túnica nocturna como un rayo:
un tajo furioso en el que va por la venganza,
una oración maltrecha en labios de un soldado.
El fuego es el mismo en todas partes.
Crepita el corazón, se encienden las vidrieras
y una flor de odio se abre paso entre los hombres:
noche verde, hojas de humo y pétalos de sangre.
El fuego es el mismo en todo incendio.
Se eleva el árbol custodiado por guardianes
del orden al revés, del mundo de cabeza:
el árbol de oro negro y frutos infernales.
¡Ay, el fuego de siempre al centro de la plaza!
La decisión trivial y el fin de una locura
franqueando el paso a una locura mayor:
¡un desatino más protegido por las leyes!
Muros quemados y manchas de grasa,
sirenas de la noche profunda y asfixiante:
bocas abiertas aullando al astro de hueso
carbonizado en la boca de la hornaza.
Miles de años y este fuego sigue vivo…
bordoneando la herida con moscas espectrales:
flamígera la fiebre, los números danzando
callados y con sombras grotescas de comparsas.
Horror sin fin y el fuego sigue siendo el mismo…
rasgando la túnica nocturna como un rayo:
un tajo furioso en el que va por la venganza,
una oración maltrecha en labios de un soldado.