PoesÍa extraviada
Al Dr. Nelson Medina Monrroy,
otro que la anda buscando.
La muy puta
se me ha perdido,
días de andarla buscando
y nada.
He pagado anuncios
en los periódicos, la TV.,el cine,
la han llamado por radio,
he mandado telegramas
a conocidos, amigos
y parientes lejanos,
pero nada.
La he andando buscado en los barrios,
mercados, fábricas, hospitales, orfelinatos
panteones, salas de belleza,
moteles y puteríos
pero la muy zorra
nunca aparece.
Me ha dejado
valiendo verga
como un animal en patio ajeno;
lleno de esquinas y miradas.
Estoy aquí
en lo absurdo de este desvelo
con golpes de pecho
que me hacen pensar
como acercarme formalmente a Dios.
Si algún día
alguien la reconoce,
díganle
que no le preguntaré nada,
dónde ó con quien anduvo…
Me encuentro
al borde de perversiones
propias de aquellos cadáveres reconstruidos
en las oficinas del gobierno.
Qué recuerde
cuando íbamos al mar
a media noche
a recoger aturdidos caracoles,
al estadio “Flor Blanca”
a compartir alegrías
de goles ajenos,
a las salas de cines
donde apoyaba su cabeza
de aromados soles
sobre mis hombros,
a las concentraciones frente a Catedral
en busca del milagro
que aún estamos esperando.
En casa todos la queremos:
mi hija, la mayor, recién ha parido un varón
y quiere ponerlo entre sus manos,
hemos dispuesto un cuarto
solo para ella
y el perrito “Shampú”
mueve la cola,
al mencionarla.
Fermentando
raíces desnudas
sigo esperando su llegada
para desabotonarle su noche
y hacerle el amor;
en la cama, las sillas, la mesa,
el sofá, la hamaca ó en el suelo.
En el patio, la cochera, el baño,
la sala ó en el techo de la casa,
donde ella quiera
y como quiera;
a solas, en parejas ó en grupos,
a gritos, a mordidas y araños
ó en silencio.
Si la ven
y se hace rogar
no insistan,
Dios en su misericordia
me la hará volver.
A ver que oficio trae…
Al Dr. Nelson Medina Monrroy,
otro que la anda buscando.
La muy puta
se me ha perdido,
días de andarla buscando
y nada.
He pagado anuncios
en los periódicos, la TV.,el cine,
la han llamado por radio,
he mandado telegramas
a conocidos, amigos
y parientes lejanos,
pero nada.
La he andando buscado en los barrios,
mercados, fábricas, hospitales, orfelinatos
panteones, salas de belleza,
moteles y puteríos
pero la muy zorra
nunca aparece.
Me ha dejado
valiendo verga
como un animal en patio ajeno;
lleno de esquinas y miradas.
Estoy aquí
en lo absurdo de este desvelo
con golpes de pecho
que me hacen pensar
como acercarme formalmente a Dios.
Si algún día
alguien la reconoce,
díganle
que no le preguntaré nada,
dónde ó con quien anduvo…
Me encuentro
al borde de perversiones
propias de aquellos cadáveres reconstruidos
en las oficinas del gobierno.
Qué recuerde
cuando íbamos al mar
a media noche
a recoger aturdidos caracoles,
al estadio “Flor Blanca”
a compartir alegrías
de goles ajenos,
a las salas de cines
donde apoyaba su cabeza
de aromados soles
sobre mis hombros,
a las concentraciones frente a Catedral
en busca del milagro
que aún estamos esperando.
En casa todos la queremos:
mi hija, la mayor, recién ha parido un varón
y quiere ponerlo entre sus manos,
hemos dispuesto un cuarto
solo para ella
y el perrito “Shampú”
mueve la cola,
al mencionarla.
Fermentando
raíces desnudas
sigo esperando su llegada
para desabotonarle su noche
y hacerle el amor;
en la cama, las sillas, la mesa,
el sofá, la hamaca ó en el suelo.
En el patio, la cochera, el baño,
la sala ó en el techo de la casa,
donde ella quiera
y como quiera;
a solas, en parejas ó en grupos,
a gritos, a mordidas y araños
ó en silencio.
Si la ven
y se hace rogar
no insistan,
Dios en su misericordia
me la hará volver.
A ver que oficio trae…