La caÍda de anteo 1
Aún conservo el perfume de una flor
abriéndose otra vez bajo la luz.
Hubo un patio, también hubo una fuente,
una mujer. Se escapaba la yedra
hacia su azul incierto. Fue tan fresca
aquel agua como la piel que amamos.
Luz y tiempo que hieren tibiamente
como el sueño de un dios entre las rosas.
Aún conservo el perfume de una flor
abriéndose otra vez bajo la luz.
Hubo un patio, también hubo una fuente,
una mujer. Se escapaba la yedra
hacia su azul incierto. Fue tan fresca
aquel agua como la piel que amamos.
Luz y tiempo que hieren tibiamente
como el sueño de un dios entre las rosas.