Reverdecer
Soy un árbol que tiene varias ramas marchitas
como un injerto mustio incapaz de dar flor.
En el bosque tupido me rodearon de zarzas
y creció mi angostura como un río sin voz.
Desdeñaron las aves anidar en mis brazos;
mi sal hizo vigente la leyenda de Lot,
y el bisturí del tiempo me grabó en la corteza
los signos implacables de la desilusión.
Fueron mis esperanzas de conquistar altura
el plato de lentejas de un moderno Jacob,
y mientras mis raíces arañaban las rocas
dientes amarillentos rasgaban mi verdor.
Pero seguí hacia arriba dentro del bosque huraño
para nutrir de oxígeno mi vegetal pulmón;
hasta que cierta tarde iluminó mi copa
la lumínica esencia de la gracia de Dios.
Y unos ojos flamígeros derritieron mi nieve.
Y un contacto sedeño mi corteza pulió.
Y una sonrisa clara me estremeció de trinos.
Y unos cabellos rubios me bañaron de sol.
Soy un árbol que tiene varias ramas marchitas
como un injerto mustio incapaz de dar flor.
En el bosque tupido me rodearon de zarzas
y creció mi angostura como un río sin voz.
Desdeñaron las aves anidar en mis brazos;
mi sal hizo vigente la leyenda de Lot,
y el bisturí del tiempo me grabó en la corteza
los signos implacables de la desilusión.
Fueron mis esperanzas de conquistar altura
el plato de lentejas de un moderno Jacob,
y mientras mis raíces arañaban las rocas
dientes amarillentos rasgaban mi verdor.
Pero seguí hacia arriba dentro del bosque huraño
para nutrir de oxígeno mi vegetal pulmón;
hasta que cierta tarde iluminó mi copa
la lumínica esencia de la gracia de Dios.
Y unos ojos flamígeros derritieron mi nieve.
Y un contacto sedeño mi corteza pulió.
Y una sonrisa clara me estremeció de trinos.
Y unos cabellos rubios me bañaron de sol.