Mis dos novias
Hay quien no tiene ninguna,
pero yo tengo dos novias:
Una es de tierra -mi patria-;
otra es de carne -mi esposa-.
La historia tuvo un comienzo
simple, como toda historia.
Me fui a nadar en el río
de las ilusiones locas,
y unas manos en la orilla
me escamotearon las ropas.
Mi sueño de escuela y libros
se fue poblando de sombras,
y hubo lunares de fuego
en mi juventud de esponja:
Lo que lograba en minutos
me lo exprimían las horas.
Y un día de esos que nacen
sin el beso de la aurora,
en mi islita de cristal
repiquetearon las tropas.
Mi tierra -juguete frágil-
muy pronto se quedó rota.
Me fui con la siembra al hombro
tras la ruta generosa
hacia el Norte de esperanzas,
pero sin mi tierra-novia.
Crucé por campos nocturnos,
se me afiebraron las rosas,
y me curé torpemente
con algodones de roca.
Entonces, cuando el vacío
se adueñaba de mis rondas;
cuando eran garfios las ramas
de mi futuro sin hojas,
por la esquina del amor
llegó mi segunda novia.
Y fue la flor de mi tierra
-devolución milagrosa-
para que el piso del tiempo
se me ablandara de alfombras.
Así voy, con mis dos niñas,
una distante y, la otra
tan cerca de mí, que a veces
se confunde con mi sombra.
Y si la novia lejana
se me reseca en la alforja,
la otra novia me la riega
con su sonrisa piadosa.
Que hay quien no tiene ninguna,
pero yo tengo dos novias:
Una es de tierra -mi patria-;
otra es de carne -mi esposa-.
Hay quien no tiene ninguna,
pero yo tengo dos novias:
Una es de tierra -mi patria-;
otra es de carne -mi esposa-.
La historia tuvo un comienzo
simple, como toda historia.
Me fui a nadar en el río
de las ilusiones locas,
y unas manos en la orilla
me escamotearon las ropas.
Mi sueño de escuela y libros
se fue poblando de sombras,
y hubo lunares de fuego
en mi juventud de esponja:
Lo que lograba en minutos
me lo exprimían las horas.
Y un día de esos que nacen
sin el beso de la aurora,
en mi islita de cristal
repiquetearon las tropas.
Mi tierra -juguete frágil-
muy pronto se quedó rota.
Me fui con la siembra al hombro
tras la ruta generosa
hacia el Norte de esperanzas,
pero sin mi tierra-novia.
Crucé por campos nocturnos,
se me afiebraron las rosas,
y me curé torpemente
con algodones de roca.
Entonces, cuando el vacío
se adueñaba de mis rondas;
cuando eran garfios las ramas
de mi futuro sin hojas,
por la esquina del amor
llegó mi segunda novia.
Y fue la flor de mi tierra
-devolución milagrosa-
para que el piso del tiempo
se me ablandara de alfombras.
Así voy, con mis dos niñas,
una distante y, la otra
tan cerca de mí, que a veces
se confunde con mi sombra.
Y si la novia lejana
se me reseca en la alforja,
la otra novia me la riega
con su sonrisa piadosa.
Que hay quien no tiene ninguna,
pero yo tengo dos novias:
Una es de tierra -mi patria-;
otra es de carne -mi esposa-.