El milagro
Señor, clavaron la flor
casta de tu anatomía,
y al llegar el tercer día
se hizo perfume tu amor.
Tu cuerpo surgió, Señor,
incólume de los muertos;
y, al sembrar todos los huertos
desde una cruz de piedad,
te cupo la humanidad
entre los brazos abiertos.
Señor, una islita triste
perdió sus dones de hada
-alondra crucificada
en su jaula sin alpiste-.
Una corona reviste
de espinas su corazón;
es en tu admimstración
un punto en la lejanía,
pero sueña todavía
con una resurrección—
Señor, clavaron la flor
casta de tu anatomía,
y al llegar el tercer día
se hizo perfume tu amor.
Tu cuerpo surgió, Señor,
incólume de los muertos;
y, al sembrar todos los huertos
desde una cruz de piedad,
te cupo la humanidad
entre los brazos abiertos.
Señor, una islita triste
perdió sus dones de hada
-alondra crucificada
en su jaula sin alpiste-.
Una corona reviste
de espinas su corazón;
es en tu admimstración
un punto en la lejanía,
pero sueña todavía
con una resurrección—