Poema de la despedida
POEMA DE LA DESPEDIDA
Después de caminar la noche entera,
de viajar en penumbra solitario,
sin que alumbrara una ilusión siquiera,
llevando la tristeza por vestuario.
Sentí que de mis ojos resbalaban,
lágrimas de dolor bañando el pecho,
y al sentir que mis piernas se doblaban,
caí en sollozos sobre el blanco lecho.
Aún resuena en mi cerebro ardiente,
tus palabras de adiós de despedida,
un sudor frío acarició mi frente,
y quise ansioso abandonar la vida.
Y me sentí perdido en mi demencia,
muerte y olvido como cruel destino,
al no poder gozar de tu presencia,
no me quedaba más que aquel camino.
No veía que el sol de mi ventura,
regara con su luz mi senda triste,
solo miraba mi caverna oscura,
tan colmada de horror cuando te fuiste.
Era imposible retenerte amor,
muy bien lo comprendí en mi amargura,
el llanto derramé en mi clamor,
y sin saber cavé mi sepultura.
Así fue que rodando en mi caída,
victima del pavor de mi impotencia,
mil veces maldecí mi pobre vida,
mil veces maldecí tu vil ausencia.
Toca vivir mi soledad maldita,
penetrar en la noche del hastío,
sufrir este abandono que me grita
y me humedece con su beso frío.
KIN MEJIA OSPINA
POEMA DE LA DESPEDIDA
Después de caminar la noche entera,
de viajar en penumbra solitario,
sin que alumbrara una ilusión siquiera,
llevando la tristeza por vestuario.
Sentí que de mis ojos resbalaban,
lágrimas de dolor bañando el pecho,
y al sentir que mis piernas se doblaban,
caí en sollozos sobre el blanco lecho.
Aún resuena en mi cerebro ardiente,
tus palabras de adiós de despedida,
un sudor frío acarició mi frente,
y quise ansioso abandonar la vida.
Y me sentí perdido en mi demencia,
muerte y olvido como cruel destino,
al no poder gozar de tu presencia,
no me quedaba más que aquel camino.
No veía que el sol de mi ventura,
regara con su luz mi senda triste,
solo miraba mi caverna oscura,
tan colmada de horror cuando te fuiste.
Era imposible retenerte amor,
muy bien lo comprendí en mi amargura,
el llanto derramé en mi clamor,
y sin saber cavé mi sepultura.
Así fue que rodando en mi caída,
victima del pavor de mi impotencia,
mil veces maldecí mi pobre vida,
mil veces maldecí tu vil ausencia.
Toca vivir mi soledad maldita,
penetrar en la noche del hastío,
sufrir este abandono que me grita
y me humedece con su beso frío.
KIN MEJIA OSPINA