El iluso
A un drogadicto
Perdió su facultad de ver el cielo
–pues el cielo se opaca tras el vicio–
y empezó a frecuentar el precipicio
como un pez deslumbrado ante el anzuelo.
Rehén de la injusticia y del engaño
y esclavo de su sed insatisfecha,
jugaba a posponer la magna fecha
de su liberación, año tras año.
Y aquella vida, un día luminosa,
perdió su semejanza a lo divino.
Y se sentó en el borde del camino
a despedir la sombra de su esposa.
La estadística es parte de la historia.
He aquí el triste epitafio de otro iluso
que destruyó su vida por abuso:
“Murió dándole vueltas a la noria”.
A un drogadicto
Perdió su facultad de ver el cielo
–pues el cielo se opaca tras el vicio–
y empezó a frecuentar el precipicio
como un pez deslumbrado ante el anzuelo.
Rehén de la injusticia y del engaño
y esclavo de su sed insatisfecha,
jugaba a posponer la magna fecha
de su liberación, año tras año.
Y aquella vida, un día luminosa,
perdió su semejanza a lo divino.
Y se sentó en el borde del camino
a despedir la sombra de su esposa.
La estadística es parte de la historia.
He aquí el triste epitafio de otro iluso
que destruyó su vida por abuso:
“Murió dándole vueltas a la noria”.