Voces
¿Cuándo desperté?
¿Cuándo oí el grito
bajar por los canales de mi alma?
¿Cuándo llegaron esas voces
que hablaban sopranamente alto
con el ritmo aburrido de las lluvias
que empleaba Tláloc?
Ven ahora, –dijeron- ven ahora,
quédate con nosotras por un rato;
te dictaremos una fantasía...
No sospeché que “el rato”
¡Sería más largo que mi vida!
La momia de placeres formativos
peinó su pelo en el museo del astro.
Y la noche de ángeles caídos;
cansada de astrólogos en tránsito
y ahíta de anís languidecido,
fingió maternidad…
Su feto era débil,
incapaz de ocupar antiguos litorales
proteicos y vastos como el mar.
Los que avistamos el cuadrángulo
desde el cerro del arte elemental,
ocupamos la silla del congreso
para mutar su parte medular.
Habilitamos el ágata de estrellas,
la niebla con olor a yerbabuena,
el misterio encerrado en los capullos
y la magia de hermosas coincidencias.
Entonces... mi tiempo fue mi tiempo,
y el llameante y resinoso monasterio...
¡Por fin tuvo un Abad!
¿Cuándo desperté?
¿Cuándo oí el grito
bajar por los canales de mi alma?
¿Cuándo llegaron esas voces
que hablaban sopranamente alto
con el ritmo aburrido de las lluvias
que empleaba Tláloc?
Ven ahora, –dijeron- ven ahora,
quédate con nosotras por un rato;
te dictaremos una fantasía...
No sospeché que “el rato”
¡Sería más largo que mi vida!
La momia de placeres formativos
peinó su pelo en el museo del astro.
Y la noche de ángeles caídos;
cansada de astrólogos en tránsito
y ahíta de anís languidecido,
fingió maternidad…
Su feto era débil,
incapaz de ocupar antiguos litorales
proteicos y vastos como el mar.
Los que avistamos el cuadrángulo
desde el cerro del arte elemental,
ocupamos la silla del congreso
para mutar su parte medular.
Habilitamos el ágata de estrellas,
la niebla con olor a yerbabuena,
el misterio encerrado en los capullos
y la magia de hermosas coincidencias.
Entonces... mi tiempo fue mi tiempo,
y el llameante y resinoso monasterio...
¡Por fin tuvo un Abad!