Profeta
Empecé a olvidar los nombres de las cosas
un día, sacerdotalmente, tranquilo,
tranquilo y blanco como el bórax;
el bórax, que volaba en el camino.
Busqué la rama literaria
con mirada de anciano y voz de niño;
de niño cruel que destruía el árbol,
el árbol del druida que no vino.
Después anduve organizando flores
que gente le llevaba a Jesucristo;
Jesucristo, el poeta de la tarde,
de la tarde ambarina en que vivimos.
Empecé a olvidar los nombres de las cosas
un día, sacerdotalmente, tranquilo,
tranquilo y blanco como el bórax;
el bórax, que volaba en el camino.
Busqué la rama literaria
con mirada de anciano y voz de niño;
de niño cruel que destruía el árbol,
el árbol del druida que no vino.
Después anduve organizando flores
que gente le llevaba a Jesucristo;
Jesucristo, el poeta de la tarde,
de la tarde ambarina en que vivimos.