Nuevo nazareno
De haberme levantado aquellos días
cuando mi pluma se negó a la calma,
y era capaz de ver las melodías
brotar del aire y abrazar mi alma.
Hubiese abierto la embrujada cueva
con esa llave que me dio la fiebre,
y otro Jesús con Esperanza Nueva
hubiera sonreído en el pesebre.
No pudo suceder; pero respira
aún la tempestad en la quimera.
Sobre las siete cuerdas de mi lira
juega una brisa alegre y dominguera.
El aire duerme tras aquellas casas,
y el monstruo, que hospeda la bahía,
expele mariposas como brasas
que empiezan a incendiar un nuevo día.
Los que vendrán por el camino viejo
destruyendo accidentes de la historia,
traerán el Estandarte del Consejo
sobre caballos rojos de la gloria.
De haberme levantado aquellos días
cuando mi pluma se negó a la calma,
y era capaz de ver las melodías
brotar del aire y abrazar mi alma.
Hubiese abierto la embrujada cueva
con esa llave que me dio la fiebre,
y otro Jesús con Esperanza Nueva
hubiera sonreído en el pesebre.
No pudo suceder; pero respira
aún la tempestad en la quimera.
Sobre las siete cuerdas de mi lira
juega una brisa alegre y dominguera.
El aire duerme tras aquellas casas,
y el monstruo, que hospeda la bahía,
expele mariposas como brasas
que empiezan a incendiar un nuevo día.
Los que vendrán por el camino viejo
destruyendo accidentes de la historia,
traerán el Estandarte del Consejo
sobre caballos rojos de la gloria.