Noche triste
Muy quedamente ahora penetra en mis oídos
el rumor inasible de los que ya no están.
Hay en el patio un mundo de fantasmas caídos
y flores que se fueron y no regresarán.
Respiro débilmente porque me siento triste.
La caricia amarilla del moribundo sol
al llenarme de ti, en escribir insiste,
pero mis versos nacen sin forma ni control.
¿Cuántas largas contiendas he de librar de nuevo
en estos reinos grises y fuerte depresión?
¿Cómo debo servirte... Cómo encumbrarte debo?
Si ya no hay pedestales para tu adoración.
Aún cuando me dictas, el sueño me despuebla,
aún tísicamente, paseas como ayer,
levantando pequeñas figuras en la niebla
que suaves vientos tocan y logran deshacer.
Verbo del verbo inmenso, nadie podrá encontrarte;
morirás sin el pulso que otorga vida al mar.
Y marchará conmigo el milagro del arte
que ya a ningno instiga por venir a buscar.
Muy quedamente ahora penetra en mis oídos
el rumor inasible de los que ya no están.
Hay en el patio un mundo de fantasmas caídos
y flores que se fueron y no regresarán.
Respiro débilmente porque me siento triste.
La caricia amarilla del moribundo sol
al llenarme de ti, en escribir insiste,
pero mis versos nacen sin forma ni control.
¿Cuántas largas contiendas he de librar de nuevo
en estos reinos grises y fuerte depresión?
¿Cómo debo servirte... Cómo encumbrarte debo?
Si ya no hay pedestales para tu adoración.
Aún cuando me dictas, el sueño me despuebla,
aún tísicamente, paseas como ayer,
levantando pequeñas figuras en la niebla
que suaves vientos tocan y logran deshacer.
Verbo del verbo inmenso, nadie podrá encontrarte;
morirás sin el pulso que otorga vida al mar.
Y marchará conmigo el milagro del arte
que ya a ningno instiga por venir a buscar.