Marea
Eras un gran presente en las manos del arte,
mi pupila de sol te veía con recelo
buscando territorios en la incompleta carne,
y ahogándote en la cursi bahía del desvelo.
Tu nombre aparecía en lugares previstos,
mi enflaquecida voz irrumpía en tu senda;
el flujo y el reflujo eran siempre los mismos,
tirando y empujando a la inútil contienda.
Estábamos los dos en el mismo universo,
bajo la misma sombra y las mismas estrellas;
con el mismo lenguaje, dentro de un mismo cuerpo
coincidiendo en las horas formidables y bellas.
Hoy eres sólo un cauce definitivo y largo
donde ya no verdea la planta de la flor,
señoreas la noche desganada, y el canto
es una piel sin brillo en la fiesta de amor.
Dulcificado el aire buscaba tus reflejos,
innumerables voces usó para llamarte;
pero el desecho rumbo lo encaminó al desierto
y nunca más ya pudo vivir para adorarte.
Jamás adivinaste la sílaba torcida
que llegó a tus jardines, con estructura alterna,
ella ahogaba tus flores; pero como el Mesías...
propulsaba tu imagen hacia la Vida Eterna.
Nada comprendo ahora, vago por un camino,
apoyado en las reglas de antigua geometría;
llevo la indumentaria de un extraño bandido
que roba a los viajeros al crear Poesía.
Eras un gran presente en las manos del arte,
mi pupila de sol te veía con recelo
buscando territorios en la incompleta carne,
y ahogándote en la cursi bahía del desvelo.
Tu nombre aparecía en lugares previstos,
mi enflaquecida voz irrumpía en tu senda;
el flujo y el reflujo eran siempre los mismos,
tirando y empujando a la inútil contienda.
Estábamos los dos en el mismo universo,
bajo la misma sombra y las mismas estrellas;
con el mismo lenguaje, dentro de un mismo cuerpo
coincidiendo en las horas formidables y bellas.
Hoy eres sólo un cauce definitivo y largo
donde ya no verdea la planta de la flor,
señoreas la noche desganada, y el canto
es una piel sin brillo en la fiesta de amor.
Dulcificado el aire buscaba tus reflejos,
innumerables voces usó para llamarte;
pero el desecho rumbo lo encaminó al desierto
y nunca más ya pudo vivir para adorarte.
Jamás adivinaste la sílaba torcida
que llegó a tus jardines, con estructura alterna,
ella ahogaba tus flores; pero como el Mesías...
propulsaba tu imagen hacia la Vida Eterna.
Nada comprendo ahora, vago por un camino,
apoyado en las reglas de antigua geometría;
llevo la indumentaria de un extraño bandido
que roba a los viajeros al crear Poesía.