Espera
El tema saborea
una afectación de preceptos
en el tumulto grande
del belicoso tiempo.
No vienen ministros de la noche
con esplendor de lunas imperiales
a cautivar paisajes
dormidos en motivos del invierno.
Las formas excelentes de elocuencia
no invaden el discurso
ni lo esclavizan en su propio trono.
Con negros caireles de ternura
la noche me cobija
en las horas más altas de los sueños.
Escucho retumbos de pisadas
que da la madrugada de memorias
en el sopor adverso.
Al oírlas, recuerdo;
tropeles de yeguas espantadas
y duendes con aspecto de viajeros.
En variantes antiguas
que pueden cautivar al pensamiento
espero al corazón de los lectores,
pero su andar es lento.
Ignoro dónde estoy…
con mi sollozo grande y mi silencio;
y qué efecto tendrá
la peregrina y diferente voz
que abre las puertas del misterio.
Si mis luces existen… ¿Dónde están?
Ellas, que soles altos persiguieron.
Ellas que a tranquilos mediodías
con flores de nubes coronaron
al ir andarinas por un rito
memorable en el pliego de los cielos.
Actores y cantantes arribaron
para ejercer dominio sobre el pueblo;
y por refugio sólo me dejaron
la oscuridad de confundidos versos.
El Ángel de la Muerte con su amparo,
aletea en la sombra de las rocas:
-un aire fresco con olor a musgo-
respirando…
El tema saborea
una afectación de preceptos
en el tumulto grande
del belicoso tiempo.
No vienen ministros de la noche
con esplendor de lunas imperiales
a cautivar paisajes
dormidos en motivos del invierno.
Las formas excelentes de elocuencia
no invaden el discurso
ni lo esclavizan en su propio trono.
Con negros caireles de ternura
la noche me cobija
en las horas más altas de los sueños.
Escucho retumbos de pisadas
que da la madrugada de memorias
en el sopor adverso.
Al oírlas, recuerdo;
tropeles de yeguas espantadas
y duendes con aspecto de viajeros.
En variantes antiguas
que pueden cautivar al pensamiento
espero al corazón de los lectores,
pero su andar es lento.
Ignoro dónde estoy…
con mi sollozo grande y mi silencio;
y qué efecto tendrá
la peregrina y diferente voz
que abre las puertas del misterio.
Si mis luces existen… ¿Dónde están?
Ellas, que soles altos persiguieron.
Ellas que a tranquilos mediodías
con flores de nubes coronaron
al ir andarinas por un rito
memorable en el pliego de los cielos.
Actores y cantantes arribaron
para ejercer dominio sobre el pueblo;
y por refugio sólo me dejaron
la oscuridad de confundidos versos.
El Ángel de la Muerte con su amparo,
aletea en la sombra de las rocas:
-un aire fresco con olor a musgo-
respirando…