Escribiendo
¡Vuelve a la vida,
cuando llegue el apóstol de la tarde!
Cuando rasguen mis ojos la distancia
buscando golondrinas familiares.
Enrédame en la fiesta de los dedos
que tocan el decir de la canción
que vuela en alegrías crepusculares
cuando se oculta el sol.
Envuélveme en las sílabas y acentos
que ponen rienda a tus palabras,
palabras que vuelan con el polvo
enrojecido y claro de las almas.
Estoy en el lírico destello
de papeles brillantes que no acaban
usando las plumas que proyectan
textos a nuevas y distantes albas.
Estoy temblando convulsivamente,
sentado en las espaldas mansas
de monjes extasiados
e incansables escribas
que copian notable Poesía
en las madrugadas.
No me toques ahora,
me harías inhabitable
a las sagradas lilas,
y sobre tu piel amplificada
caería inevitable Armagedón.
No me toques ahora, es muy temprano,
entrégame el mensaje de tu amor
cuando el delirio de estos ángeles que sienten
haya terminado
de hacer conmigo extensa comunión.
¡Vuelve a la vida,
cuando llegue el apóstol de la tarde!
Cuando rasguen mis ojos la distancia
buscando golondrinas familiares.
Enrédame en la fiesta de los dedos
que tocan el decir de la canción
que vuela en alegrías crepusculares
cuando se oculta el sol.
Envuélveme en las sílabas y acentos
que ponen rienda a tus palabras,
palabras que vuelan con el polvo
enrojecido y claro de las almas.
Estoy en el lírico destello
de papeles brillantes que no acaban
usando las plumas que proyectan
textos a nuevas y distantes albas.
Estoy temblando convulsivamente,
sentado en las espaldas mansas
de monjes extasiados
e incansables escribas
que copian notable Poesía
en las madrugadas.
No me toques ahora,
me harías inhabitable
a las sagradas lilas,
y sobre tu piel amplificada
caería inevitable Armagedón.
No me toques ahora, es muy temprano,
entrégame el mensaje de tu amor
cuando el delirio de estos ángeles que sienten
haya terminado
de hacer conmigo extensa comunión.