El niÑo muerto
El niño amaneció muerto, sentado en el columpio.
El aire lo mecía, dándole un ritmo justo.
Ayer gustaba mucho en este territorio,
ahora, es difunto.
La escarchada mañana
se despertó con gritos
que hacían poros en el cielo,
con ruido de altavoces
y rugidores vientos.
Fui a caminar al mar, para olvidar al niño;
los gansos pasaron
en ordenado vuelo,
trayendo a mi memoria
otros niños ya muertos.
Cuando abrieron los bares,
actores y cantantes habían vuelto;
-enviados por los Hombres del Oeste-
todos entonaban la canción
que me asustó a principios del milenio.
Nadie comprendía mis palabras
cuando alzaba mi copa
brindando por el alma
del niño muerto.
El niño amaneció muerto, sentado en el columpio.
El aire lo mecía, dándole un ritmo justo.
Ayer gustaba mucho en este territorio,
ahora, es difunto.
La escarchada mañana
se despertó con gritos
que hacían poros en el cielo,
con ruido de altavoces
y rugidores vientos.
Fui a caminar al mar, para olvidar al niño;
los gansos pasaron
en ordenado vuelo,
trayendo a mi memoria
otros niños ya muertos.
Cuando abrieron los bares,
actores y cantantes habían vuelto;
-enviados por los Hombres del Oeste-
todos entonaban la canción
que me asustó a principios del milenio.
Nadie comprendía mis palabras
cuando alzaba mi copa
brindando por el alma
del niño muerto.