Letrilla xxi
El encarecimiento
Los silbos agudos
del furioso viento,
que indómito arranca
los robles y cedros;
el río caudaloso
que hinchado en hibierno
las vegas arrasa
y anega los huertos;
la horrible tormenta
que en el crudo enero
destruye el sembrado
con granizo y hielo;
y el feroz rugido
de espantoso trueno
que ahuyenta al rebaño
del fiel ganadero,
no me dan, bien mío,
más pena por cierto,
como si me miran
tus ojos con celo.
El encarecimiento
Los silbos agudos
del furioso viento,
que indómito arranca
los robles y cedros;
el río caudaloso
que hinchado en hibierno
las vegas arrasa
y anega los huertos;
la horrible tormenta
que en el crudo enero
destruye el sembrado
con granizo y hielo;
y el feroz rugido
de espantoso trueno
que ahuyenta al rebaño
del fiel ganadero,
no me dan, bien mío,
más pena por cierto,
como si me miran
tus ojos con celo.