Los poemas más celebrados de B. fueron Plegaria y un poema a su hija Angélica. Por esos días se imponía la presencia de Zorrilla, quien se hallaba en México; sus leyendas, eco en parte de las de Bécquer y coincidentes con las del duque de Rivas, llenaban de fervor a los poetas. B. que, además de poeta, era diplomático y jurista, frecuentaba ese mundo cosmopolita dado a la lectura de los autores de moda y no pudo evitar ceder alleyendismo. Por algo, tanto Manuel Antonio Caro, como Enrique Finot, le consideran «el hombre más culto de su tiempo». A causa de tal distinción debía mantenerse en contacto y al nivel de las nuevas tendencias. Dos de sus leyendas lucen el más inconfundible corte zorrillesco: Despedida del árabe a la judía después de la toma de Granada, así como El judío errante y su caballo. En el aspecto nacionalista o local, cumpliendo una de las funciones de los románticos, aparece su poema Mamoré. Además debe tenerse en cuenta su Oda a la libertad, todo ello producido entre 1845 y 1880. Su vocación de poeta y su oficio de diplomático hubieron de conjugarse en ocasión de varias catástrofes nacionales: las luchas intestinas y la guerra del Pacífico. B. conservó intacta su tersura lírica y escribió poemas donde la pasión se luce con medidos versos y magnífica adjetivación, especialmente en el Preludio al Mamoré, quizá su mejor poema.
sáficos
Oh, si en la copa, de amor aun llena, Logré sediento refrescar mi labio; Si ya en tu seno reposo mi ...[leer completo]
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bolivia a la posteridad
De América al gigante veis dormido! Dios y la Libertad guardan su lecho. De Iberia vencedor, venció ...[leer completo]
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