He vuelto a verte - Poemas de RAMÓN GRAELLS BOFILL

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He vuelto a verte

He vuelto a verte, vieja casa familiar             
que guardas celosamente, entre tus anchos muros,   
aquellos primeros quince estíos de mi vida.         
Sigues allí, arcana, inmóvil, contemplándonos       
en pie ,bajo la sombra medieval del castillo       
que, desde siglos, vela tu descanso. Cerrada       
a cal y canto. Como un antiguo paréntesis           
en el tiempo, igual que un viejo islote caducado   
en un mar de cemento. He vuelto a verte y todo     
de pronto, en mi, se ha detenido. Vuelvo al ayer   
cuando aprendí a vivir y los recuerdos             
se edifican, puntuales, en mi clara memoria         
con la exacta precisión de esas fotografías         
que, a veces, sólo sabe hacer el corazón:           
la plaza polvorienta donde se yergue al fondo       
la enorme higuera, acumulando, avara, la única     
sombra en la hora brutal de la solana               
agosteña... La almena desdentada de aquel           
castillo que todavía encarcela mis sueños...       
El balcón de mi cuarto, desde donde miraba         
absorto, tantas veces, hacia la mar azul           
cobalto cuya línea anhelada se pintaba             
lejana...Y otro océano verde de viñedos             
que perfumaban el aire, presagiando                 
la cercana vendimia en la que, con pies menudos,   
participaba yo, con mi más rotundo                 
entusiasmo, de la mano de aquel abuelo             
que modeló aquellos años míos con la mágica         
impronta de un amor indescriptible que aún         
conmueve – y rozo el medio siglo- los cimientos     
de este corazón mío en cuanto le recuerdo.         
Casa Bofill: ¡qué indómita te veo, como aquél       
que te dio nombre! Fuerte, serena en tu inútil     
existencia, vivo mausoleo de piedra                 
donde duerme por siempre mi infancia añorada       
que ocupa, cada vez más, mi pensamiento             
cuantas más canas tengo en las sienes del alma.     
Vieja amiga: ¡cuántos miles de horas felices       
guarda tu pétreo abrigo del olvido y el tiempo!     
Me achico en tu presencia. Me regreso               
al tirachinas, los higos frescos y la espada       
de madera con la que siempre, siempre, ganaba       
mis batallas.(Qué gran falta me estás haciendo     
ahora, vieja espada, cuando ya no te tengo...)     
Quisiera poder tener tu llave, entrar en ti         
y darle a tu moho una capa de melancolía,           
pero te han clausurado, amiga mía. Casa Bofill:     
plaza del Castillo. Cubellas. Barcelona.           
Cataluña. España... Si pudiera, viviría             
contigo, en ti, ya, para siempre. Si pudiera       
tal como entonces, tu caballero andante             
con su espada de madera, te rescataría.             
Pero tú y yo no somos más que estatuas vivientes   
-tú en piedra, yo en carne- ajenas a este tiempo   
turbio y contradictorio en el que ambos estamos     
sin duda, de prestado.                             

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