Cuenca minera
Miradlos tierra adentro, al revés que la espiga,
camino de un diluvio de óxidos ya cercanos
Miradlos codo a codo con el magma y la hormiga
reptando por la cuenca voraz de los gusanos.
El sol no les conoce. Pero alumbran su vida
trenzando dinamita sonora y turbulenta.
Su sangre brama y crece y anega en su crecida
el nido que la muerte propaga en su osamenta .
Patria abajo, averiguan la piedra con los dientes
y estrujan en la sombra su fe de mayo a mayo;
las voces de sus picos reclaman estridentes
justicia en el idioma universal del rayo.
Les olvidó la vida debajo de la tierra.
El carbón no les mancha: les redime una boca
que ya enterró su grito y en sí misma se encierra
soñando un pan futuro, probable en cada roca.
La noche mineral, por retener sus huesos,
les regala volcanes de sudores y espumas
y torrentes de arcilla que los arrastran, presos,
a un recio continente de metales y brumas.
He visto a los mineros labrándose una caja,
lapidando su sangre a orillas de una veta.
¡Que no me diga nadie que está su muerte baja
porque son los obreros más altos del planeta!
Miradlos tierra adentro, al revés que la espiga,
camino de un diluvio de óxidos ya cercanos
Miradlos codo a codo con el magma y la hormiga
reptando por la cuenca voraz de los gusanos.
El sol no les conoce. Pero alumbran su vida
trenzando dinamita sonora y turbulenta.
Su sangre brama y crece y anega en su crecida
el nido que la muerte propaga en su osamenta .
Patria abajo, averiguan la piedra con los dientes
y estrujan en la sombra su fe de mayo a mayo;
las voces de sus picos reclaman estridentes
justicia en el idioma universal del rayo.
Les olvidó la vida debajo de la tierra.
El carbón no les mancha: les redime una boca
que ya enterró su grito y en sí misma se encierra
soñando un pan futuro, probable en cada roca.
La noche mineral, por retener sus huesos,
les regala volcanes de sudores y espumas
y torrentes de arcilla que los arrastran, presos,
a un recio continente de metales y brumas.
He visto a los mineros labrándose una caja,
lapidando su sangre a orillas de una veta.
¡Que no me diga nadie que está su muerte baja
porque son los obreros más altos del planeta!