I
Renuncie a la esperanza de aquel cielo
que en tu piel aprendí. Desde este instante
viviré lo que fue. Será bastante
saber que lo viví. Mataré el duelo
de amanecer prendido en el anhelo
de calmar en tu amor mi sed de amante
y buscare la paz en otro estanque
cuyas aguas me den fugaz consuelo.
Me quedarán de ti, las cicatrices
que me hicieron sentir gozo en el daño;
las muescas del amor esperanzado
que alumbro aquellos días tan felices.
Mas si no han de volver, sobra el engaño
de empeñar mi presente a tu pasado.
Renuncie a la esperanza de aquel cielo
que en tu piel aprendí. Desde este instante
viviré lo que fue. Será bastante
saber que lo viví. Mataré el duelo
de amanecer prendido en el anhelo
de calmar en tu amor mi sed de amante
y buscare la paz en otro estanque
cuyas aguas me den fugaz consuelo.
Me quedarán de ti, las cicatrices
que me hicieron sentir gozo en el daño;
las muescas del amor esperanzado
que alumbro aquellos días tan felices.
Mas si no han de volver, sobra el engaño
de empeñar mi presente a tu pasado.